Buenos dias de un viernes cargado de una luz especial ,solo por ser viernes y por la lluvia que tan bien hace a nuestra comunidad.
Hoy vamos a indagar en esas pequeñas cosas que hacemos que un fin de semana sea ....mas dulce:
La historia del chocolate con churros.
Como ya es sabido que el chocolate (náhuatl: xocolatl) y el cacao
son originarios de América, vamos a centrarnos en la procedencia de los
churros. Curiosamente la historia no empieza en España, sino en China.
Mercaderes portugueses por los 1600s degustaron por primera vez el
youtiao: tiras de masa frita dorada y salada consumidas
tradicionalmente durante el desayuno. Literalmente “demonio frito en
aceite,” el youtiao se servía originalmente en pares y simbolizaban a
Qin Hui, funcionario de la dinastía Song, y a su esposa, los “demonios”
responsables del fallecimiento del general Yue Fei, un icono del
patriotismo Chino.
Cuando los portugueses recrearon este manjar
en la Península Ibérica, añadieron azúcar en lugar de sal. En España se
perdió esta referencia popular china y el churro recibe su nombre de la
oveja churra, una de las razas autóctonas más importantes de España,
por el supuesto parecido con sus cuernos. Fueron los pastores españoles
quienes popularizaron este plato. Como trabajaban en terrenos montañosos
aislados durante semanas y meses, no tenían acceso a pan fresco y
emplearon por tanto la idea del youtiao para crear su propio sucedáneo
usando solamente harina, agua, aceite y una hoguera.
Del campo es
posible que llegara a zonas urbanas a través de las ferias ambulantes
que rondaban frecuentemente capitales como Madrid. Entre los 1800s y
1900s su popularidad se consolidó debido a su bajo coste y al factor
social de degustar los churros en chocolaterías con mesas de mármol y
ambientes bohemios.
Hay algo especial en el ritual de tomarse una
taza de chocolate caliente con churros en una tarde lluviosa. Puede ser
un momento de descanso y reflexión o una oportunidad ideal para
compartir con alguien especial esos “pequeños momentos” que rompen la
rutina de prisas, alarmas, recordatorios, cronogramas, etc. Tomemos las
cosas con calma, reconectemos con nuestras raíces y disfrutemos
tranquilamente de estos legados gastronómicos.
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