viernes, 26 de febrero de 2016

UNA TARDE DULCE

Buenos dias de un viernes cargado de una luz especial ,solo por ser viernes y por la lluvia que tan bien hace a nuestra comunidad.
Hoy vamos a indagar en esas pequeñas cosas que hacemos que un fin de semana sea ....mas dulce:

La historia del chocolate con churros.


Como ya es sabido que el chocolate (náhuatl: xocolatl) y el cacao son originarios de América, vamos a centrarnos en la procedencia de los churros. Curiosamente la historia no empieza en España, sino en China. Mercaderes portugueses por los 1600s degustaron por primera vez el youtiao: tiras de masa frita dorada y salada consumidas tradicionalmente durante el desayuno. Literalmente “demonio frito en aceite,” el youtiao se servía originalmente en pares y simbolizaban a Qin Hui, funcionario de la dinastía Song, y a su esposa, los “demonios” responsables del fallecimiento del general Yue Fei, un icono del patriotismo Chino.
Cuando los portugueses recrearon este manjar en la Península Ibérica, añadieron azúcar en lugar de sal. En España se perdió esta referencia popular china y el churro recibe su nombre de la oveja churra, una de las razas autóctonas más importantes de España, por el supuesto parecido con sus cuernos. Fueron los pastores españoles quienes popularizaron este plato. Como trabajaban en terrenos montañosos aislados durante semanas y meses, no tenían acceso a pan fresco y emplearon por tanto la idea del youtiao para crear su propio sucedáneo usando solamente harina, agua, aceite y una hoguera.
Del campo es posible que llegara a zonas urbanas a través de las ferias ambulantes que rondaban frecuentemente capitales como Madrid. Entre los 1800s y 1900s su popularidad se consolidó debido a su bajo coste y al factor social de degustar los churros en chocolaterías con mesas de mármol y ambientes bohemios.
Hay algo especial en el ritual de tomarse una taza de chocolate caliente con churros en una tarde lluviosa. Puede ser un momento de descanso y reflexión o una oportunidad ideal para compartir con alguien especial esos “pequeños momentos” que rompen la rutina de prisas, alarmas, recordatorios, cronogramas, etc. Tomemos las cosas con calma, reconectemos con nuestras raíces y disfrutemos tranquilamente de estos legados gastronómicos.

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